Viajar a Israel

Viajar a Israel es visitar el único estado judío del mundo, con una población que ronda los 7, 6 millones de habitantes y que, sin embargo, acoge en su seno una gran cantidad de otras religiones como la musulmana, la cristiana y otras etnias más minoritarias.  Sus principales ciudades son dos históricas, Jerusalén, sede del gobierno y capital y Tel Aviv, a nivel económico y financiero. Sin embargo, Haifa es dónde se concentran la mayor parte de las industrias y de ahí su importancia también. Desde tiempos inmemoriables y debido su concepto de tierra santa con el inicio del judaísmo, ha sido óbice de enfrentamientos étnicos, religiosos y geográficos casi de forma constante que han perjudicado su evolución económica estable. Seis distritos dividen el país,  herencia del Imperio romano aún, y estos a su vez en otros tantos sub-distritos. Su territorio está compuesto por una cordillera central, el desierto de Néguev, el valle del río Jordán y la llanura costera. Su posición geográfica entre Asia, África y Europa hace que sea óbice de grandes cambios de temperaturas, desde el clima mediterráneo hasta intensas nevadas una vez al año - de abril a octubre no suele llover pero desde octubre son bastante constantes-. Tiene dificultad para el abastecimiento de agua, y aunque tiene desierto en él crecen con facilidad ciertos tipos de árboles como pinos, olivos o cipreses. El monte Hermón, que le sirve de frontera con varios países, es de los más importantes y está estrechamente vinculado con la historia bíblica, una historia que se ha convertido en su mejor reclamo turístico. Es este, el turismo, junto a otros sectores como el textil, químico, petroquímico y minas, aunque sus recursos naturales son limitados. La recolección de trigo, frutas y patatas es importante así como su contemporáneo desarrollo en alta tecnología.

Viajar a este país significa hacer una primera parada en Jerusalén, ¿qué hay para ver en esta ciudad? Infinidad de emplazamientos históricos y leyendas que saciarán la curiosidad de hasta los más escépticos. Algunos lugares de interés son la cúpula de la roca, el muro de las lamentaciones, el hospicio austriaco, la piedra de la unción, el mar de Galilea tan mítico, el mar Muerto, Cafarnaun, el santo Sepulcro, el monte Tabor, el museo del holocausto, la tumba de la virgen, vía crucis, el mítico monte de los Olivos, el monte Sion, la iglesia de Getsemaní, el famoso desierto de Judea, la transitada calle Jaffa, la torre de Phasael, la tumba del rey David, el cenáculo, la ciudadela con la muralla, las piscinas de Salomón, el barrio armenio o el musulmán, la abadía de la dormición, la mezquita de Al-Aqsa, el santuario de nuestra señora del Huerto, la puerta de Jaffa, el mirador de Cisjordania, las tumbas de Zacarías y Absalón, Herodión, la plaza Hurva Square, la explanada de las mezquitas, vía dolorosa, la torre de David, el cementerio judío, el barrio cristiano, la iglesia del Pater noster y museos como el de Israel y el arqueológico Rockefeller y, por supuesto, la ciudad vieja. Por su lado, Tel Aviv esconde otros tesoros monumentales de gran valor dignos de ser considerados a la hora de viajar a Israel como por ejemplo, el teatro romano Caesarea, el acueducto, la mezquita de El Mamudiya, sus impresionantes playas turísticas como Banana beach, la ciudad vieja de Yafo, el puerto, parque Iarkon, el museo Rubin o el de la independencia, construcciones estilo Bauhaus, el monumento de agua y fuego, el mercado del Carmelo, Kikar Kedumin, Nahalat Binyamin, plaza Dizengoff, la gran playa Bat Yam o el parque Nacional de Apollonia, entre otros enclaves.

A la hora de traerse a casa un recuerdo de un viaje por tierras israelitas se puede optar por la multitud de objetos religiosos relacionados con la Biblia o la tradición judía, cajitas de plata o metal, joyas, orfebrería, pergaminos, diamantes -donde destaca-, productos de cuero y bordados. Y para comer, hay que tener en cuenta que se trata de una cocina entre judía y árabe y con mucha influencia de cocinas de la parte más septentrional de Europa. Los hummus o los falales son muy consumidos, por ejemplo. Destaca el uso de ensaladas donde la berenjena suele ser el ingrediente estrella. Salsas picantes, productos lácteos (yogurts) y carnes de ternera o pollo, predominan. Algunos platos famosos son pescado frito y al horno, sabich -un sándwich-, kibbeh, labneh, amba a base mango, shawarma de cordero, mujaddara o potaje de lentejas y arroz, el guiso chamin, pollo con judías. En cuanto a postres, sobresalen los halva con azúcar y miel, blancmange o baklava, todos muy dulces. Y para beber, el café negro con cardamomo, zumos de frutas, vinos de la región y sabra, licor de chocolate y naranja.