Viajar a Jordania

Viajar a Jordania es trasladarse al corazón de Oriente Medio y a uno de los países de más tradición religiosa de la historia. Capitaneado por su rey, Abdalá II, reúne a más de 5,4 millones de habitantes y una ínfima parte de su costa, al suroeste, está bañada por el enigmático mar Rojo gracias al golfo de Aqaba. Con una historia que se remonta a dos mil años a. C, el imperio otomano ocupó sus tierras durante cuatro siglos y después, el imperio británico recogió el testigo de la administración del estado. Con un controvertido papel de apoyo a Irak durante la guerra del Golfo, Jordania se divide actualmente en doce gobernaciones y posee casi 2.000 km de fronteras con otros países vecinos. Sus áridas y desérticas tierras apenas son cultivables y el río Jordán recorre el país, geográficamente puntos como el monte Jabal Ramm -el más alto- o el gran valle del Rift son los más importantes. Posee hasta seis reservas naturales, la de la Biosfera de Dana, el Wadi Mujib, la forestal de Ajlun, el humedal de Azraq, la forestal de Dibeen y la de Shaumari. El árabe es el lengua oficial pero el inglés está muy extendido entre su población y en su economía, a parte del turismo, otros sectores importantes son el textil, el financiero y el transporte. Tiene una baja tasa de paro del 6%.

Su capital es Ammán, una de las ciudades también más visitadas del país y reúne a un tercio de la población total de Jordania. A diferencia de otras capitales musulmanas, se trata de una ciudad moderna y urbana completamente, y entre sus atractivos turísticos está el castillo de Amra o castillo rojo, su antigua ciudadela, los restos de  Qasr-Al-Hallabat, castillos como los de Harranah o los del desierto de los s. VII - VIII, la naturaleza de Shawmari, el muso arqueológico nacional, Abu Darwish Mosque, el templo de Apolo, el mercado, el centro de arte Darat al Funun, su teatro romano, the duke´s Diwan, las termas de Hamman As-Sarah o la pequeña Petra, entre otras. Como antigua ciudad con reminiscencias romanas, sus templos, calles y avenidas son muy características. También sus numerosas iglesias bizantinas. Otros puntos a tener en cuenta a la hora de viajar a Jordania son, por ejemplo, la ciudad de Petra, punto importante de turismo. Su monasterio, el tesoro de Petra, la tumba de los Obeliscos, el siq, el tesoro del faraón, la calle de las fachadas, las tumbas reales, la zona de la flecha verde, el templo de Qasr  al Bint, el teatro del s. I a.c, su casco antiguo, Wadi Al-Barid, el castillo de Shobak, el altar del sacrificio, el monte de Al-Khubtha y un sinfín de puntos que han logrado que esta ciudad sea una de las siete maravillas del mundo moderno. Gerasa y Gadara son otras ciudad para visitar y observar auténticas urbes romanas muy bien conservadas, la ciudad de los mosaicos o Madaba con su iglesia de san Jorge y su afamado monte Nebo, las playas de la tranquila ciudad de Áqaba o el desierto de Wadi Rum, a parte de las diferentes fortificaciones repartidas por toda su geografía son otros enclaves que llaman la atención del turista.

En un viaje por estas tierras, la compra de su artesanía más típica es obligada. Preciosas reproducciones a pequeña escala de sus templos más característicos, así como sus botellas de arena, mosaicos, bordados, los shebría o puñales, cerámica roja, sales del mar Muerto, plata beduina  y la famosa pipa de agua. En su gastronomía, eminentemente reglada por las costumbres del islam, destacan sus carnes -menos la del cerno-, verduras y especies. Platos tan populares como el sish Kabab de carne picada, el mansaf a base d carne de cordero con salsa de yogur, el musan con carne de pollo con cebolla y otros condimentos, el hummus de garbanzos,  ful o habas secas en aceite, entre otros. En la repostería, el konafa con queso y confituras, el baclava de nueces y sus pastelitos de hojaldre. Para beber, el arak -un licor de anís-, café con cardamomo, diferentes tipos de tés con hierbabuena y vinos autóctonos muy populares, así como cervezas de la región. El café árabe y el con leche, con agua anaranjada de flor.