Viajar a Rusia

Rusia

Viajar a Rusia es hacerlo al país más grande del mundo ya que albarca una novena parte del planeta Tierra, ¡casi nada! Esto hace que más de 143 millones de personas vivan en él, que tenga hasta nueve zonas horarias diferentes y una gran variedad de zonas naturales y sistemas montañosos. Está divido en 83 sujetos federales, sus idiomas son el ruso y en menor medida el tártaro y el alemán  y es una súper potencia energética capaz de poner en jaque al planeta. En los años 90 sufrió una grave crisis económica de la que tardo hasta una década en recuperarse y lo que provocó la anexión de diferentes territorios, hoy conocidos países independientes. No obstante con la entrada del nuevo Milenio y aún conservando cifras de pobreza relativamente destacadas, tanto su desempleo como su salario mínimo se han recuperado notablemente. Tiene unas relaciones internacionales complicadas, sobre todo con algunos países occidentales y antiguas provincias soviéticas, y tiene en el gas natural, el petróleo, la madera y el metal sus grandes bazas. Las diferencias económicas entre las zonas rurales y las grandes capitales como Moscú son notables y es un país pionero en ciencia. No obstante, sus aún obsoletas infraestructuras significan una barrera para su explosión económica definitiva.

La capital del país es el centro turístico por antonomasia, no se entiende un viaje a Rusia sin viajar a Moscú. Es la segunda ciudad europea más poblada si se considera Estambul y por extensión Turquía como parte del continente. Casi doce millones la habitan, y está localizada a orillas del río Moskvá, en el Distrito Federal Central. Cuatro aeropuertos internacionales y una de las mayores redes de metro del mundo, hacen de ésta una de las mejor comunicadas. Su economía tiene puntales en sectores como el de los productos químicos, la metalurgia, o las industrias de maquinaria, entre otros muchos y en ella residen el mayor número de multimillonarios por metro cuadrado del mundo. Las grandes firmas internacionales copan los escaparates de la ciudad. Viajar a Moscú es visitar lugares turísticos como, por ejemplo, la famosa plaza Roja que abarca el complejo arquitectónico del Kremlin, el mausoleo de Lenin, la basílica de San Basilio, la catedral de Kazán y el museo de Historia. Otros museos como el Pushkin, el de Cosmonáutica y el Politécnico son dignos de visitar. También otros enclaves como la catedral de Cristo Salvador, el monasterio de Novodévichi, la medieval calle Stari Abat, la iglesia de la Asunción de Cristo en Kolómenskoye, el gran zoológico y la enorme cantidad de teatros, aunque si no se conoce el idioma ruso la oferta se reduce considerablemente. Destacan, el teatro Bolshói, la Guelikon ópera y el teatro musical de Moscú Stanislavski y Nemiróvich-Dánchenko. El parque Gorki, el centro panruso de exposiciones, el arco del triunfo, sus espectaculares y decoradas estaciones de metro consideradas obras de arte, la estación de Yaroslav, la casa de Gorky y un sinfín de lugares más llevarán al turistas a una cultura totalmente diferente a la conocida.

No solo se necesitan varios días para ver una mínima parte de Moscú, si no incluso una larga temporada para conocer verdaderamente toda la geografía y los tesoros históricos de los que está compuesto este histórico país. Una de las ciudades más importantes, la más europea de todas ellas, es San Petersburgo, una joya barroca por excelencia y de gran influencia italiana. Las catedrales de san Pedro y san Isaac son dignas de visitar así como el monasterio de Alejandro Nevski o el enorme número de palacios que se encuentran en sus calles. La ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Los monumentos de ciudades como Vladivostok o Irkuts y sus casas de madera llaman también la atención del turista. También la histórica ciudad de Riazán, Ekaterimburgo -tremendamente comercial y puerta a Asia-, la ciudad fortificada d Nizhni Nóvgorod, Veliki Nóvgorod -capital del país en la baja Edad Media-, la tradicional Veliki Ústiug, Astracán -cuna de pescadores-, Pskov con sus iglesias minúsculas y las pintorescas Islas Solovetskie con seis pequeñas y un centenar de pequeños islotes.

Entre los souvernirs rusos caben destacar sus famosas matrioshkas, productos de madera, zuecos, huevos decorados, objetos de cerámica que rememoran los monumentos más característicos del país, gorros típicos, boinas, collares de ámbar, productos cosméticos y, como no, caviar rojo y vodka. Gran parte de su gastronomía está basada en sopas calientes debido a sus bajas temperaturas, muchas clases de panes, cereales a tutiplén como copos de centeno, trigo, cebada y mijo, pescados y especias. Entre alguno de sus platos predilectos está la sopa borshch con patata, col, carne y remolacha, la ensalada olivié o rusa, el arenque con patatas, empanadas rellenas de todo tipo de verduras y carne o los blinis, crepes con mantequilla o mermelada y en ocasiones rellenos de queso o carne. Los dulces de jengibre  y para beber, una elevada cantidad de auténticas bebidas alcohólicas autóctonas.