Ciudad del Vaticano
Viajar a la ciudad del Vaticano es hacerlo al corazón de la iglesia católica y así está organizada y se mueve esta ciudad, un turismo apto solo para curiosos de la fe que encontrarán en este mini estado incrustado en el sur de Italia el lugar idóneo para ver in situ la historia de la religión y referencias religiosas por doquier. Y es que este país apenas llega al medio kilómetro cuadrado y tiene una población de solo 930 personas, cifra que se dispara con las celebraciones y eventos más importantes del catolicismo.
El Sumo Pontífice es su jefe de gobierno y su historia como estado independiente se limita a apenas hace cien años. Las donaciones, financiaciones, beneficios generados por las empresas e instituciones vinculadas a la Santa Sede y la venta de productos turísticos como figuras, libros... son su única fuente de ingresos, una economía totalmente dependiente del exterior. En 1979 el banco de ese mini estado se vio envuelto en una fuerte polémica, quebró y el blanqueo de dinero vio la luz. Desde entonces se ha reestructurado el sistema bancario del Vaticano.
Un viaje a este estado es, obviamente, deleitarse con la basílica de san Pedro y la misma plaza de san Pedro, eternos emblemas del Vaticano. Ocupan casi hasta un 30% de la totalidad del estado. No obstante, se trata de un emplazamiento arquitectónico de gran belleza y admiración desde hace siglos dignos de visitar. La Capilla Sixtina es otro de los lugares importantes para visitar, como también la impresionante escalera helicoidal, las tumbas de los papas, la figura de Lacoonte, la cartoteca para amantes de la cartografía, el Baldaquino de Bernini del s. XVII, las pinturas sobre la creación del hombre o el juicio final, la figura de la piedad, el obelisco, la sala Paulo VI, los museos Chiaramonti y el filatétlico, los jardines, la bañera de Neón, las lápidas de los pontífices y la pequeña y pintoresca calle Nasone de Via Conziliazione.
Obviamente en todo viaje que se precie a este pequeño rincón de Europa hay que hacerse con alguna de sus numerosas figuritas de miniatura sobre sus monumentos, santos, papas, vírgenes o pinturas, así como libros religiosos, sellos, cruces, dvds... alguno de los objetos pueden ser adquiridos en plata, madera y oro. En cuanto a su gastronomía, es típicamente italiana -obviamente-, destacan los embutidos, pescados, ensaladas o pequeñas porciones de pasta rellenas como antipasti o entrante -como por ejemplo las famosas fettucine- y para comer, más pasta con carne y tomate y carne de cordero . Alguno de sus platos son famosos al incluir salsa verde -típica del Vaticano-, o al baño María, como no. Para postre, tiramisús, sorbetes o helados. Para beber, vino ya que curiosamente y debido a su tamaño, es uno de los países más consumidores de este líquido.
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