Viajar a Dinamarca

Es el país nórdico de menor extensión y está compuesto por tres territorios, la propia Dinamarca y dos territorios de ultramar, las islas Feroe y Groenlandia -la isla más grande del mundo, cubierta por el 84% de hielo y apenas habitada por 55.000 personas-.  Este país, regentado por la reina Margarita II, es uno de los más avanzados del planeta y su nivel de vida es de los más altos. Su sistema laboral es de los más flexibles, sus gentes son de las que más estudios universitarios poseen y es una potencia mundial en energías renovables. Pagan altos impuestos pero están encantados, de hecho en 2007 se produjeron huelgas en las principales ciudades ante el anuncio del gobierno de bajar los impuestos ya que los daneses los asocian con el mantenimiento de su estado de bienestar. Y es que según diferentes encuestas, es de los países menos corruptos, con mayor igualdad social y con la población más feliz.

Con poco más de cinco millones de habitantes, Dinamarca, país vikingo por excelencia, encadena 7.500 kilómetros de costa, bañada por el mar del Norte y el mar Báltico lo que le convierte en un destino ideal para practicar deportes acuáticos, como por ejemplo, rafting y patinaje sobre hielo en sus innumerables lagos. Su extensa naturaleza es propicia para practicar senderismo, ciclismo o hípica, entre muchas actividades al aire libre, donde destacan los impresionantes lagos de Silkeborg de obligada visita.

El primer destino en un viaje a Dinamarca es, irremediablemente, a su capital Copenhague, elegante, natural y moderna dónde se recomienda siempre recorrerla en bicicleta. La primera parada es el símbolo del país, la famosa sirenita. Más tarde visitar los jardines de Tivoli -enclave de fiestas musicales y kioscos, además de poseer el parque de atracciones más antiguo del mundo-, Nyhavn -la calle más colorida y pintoresca de la ciudad-, el divertido parque Kastellet, Stroget o una de las calles peatonales más largas de Europa -dónde poder ver el estilo de los edificios daneses, el ayuntamiento y hacer compras-, el castillo de Rosenborg, el museo nacional de Arte Statens -entre otros museos interesantes-, el palacio de Amalienborg, la barroca iglesia de mármol o iglesia de Federico y el observatorio astronómico, dicen, más bello del mundo, situado en la torre redonda. También es interesante dejarse caer por la ciudad libre de Christiania. Es única en el mundo y, aunque no se puede entrar en coche, se trata de una comunidad de estilo de vida hippie hospitalaria y amable donde residen un millar de personas de vida alternativa. Restaurantes y salas de jazz copan sus calles.

Otras ciudades a tener en cuenta son Aarhus, con mayoría de población joven que acude a ella para estudiar y dónde cabe destacar su museo al aire libre que aglutina 75 edificios históricos provenientes de hasta 20 ciudades y pueblos de toda Dinamarca además de otras exposiciones como la del reloj o la del juguete, Aalborg -situada entre colinas y páramos, famosa por su carnaval de mayo y sus edificios medievales-, la comercial Randers, la idílica ciudad de Randers -cuna literaria del país y dónde nació el famoso literato Hans Christian Andersen- o la rica Esbjerg gracias a sus reservas de gas y petróleo.

Los productos típicos del país son las flores, la cerámica, los juguetes -sobre todo los populares legos- y los artículos de cocina. Entre su gastronomía como buen país frío, el pescado y el marisco, entre los que destaca el arenque. También es habitual la carne de cerdo y la salchicha es muy consumida. La patata, la col, el repollo y su enorme variedad de quesos es base en la cocina danesa, sobre todo por la noche, la comida principal del día. De postres, la tarta de fresas y el pastel de manzana y para beber, la cara cerveza danesa.