Viajar a Albacete

Albacete

Viajar a Albacete es trasladarse al corazón de La Mancha, tierra de Don Quijote y de infinidad de leyendas castellanas. Es la ciudad más poblada de su comunidad autónoma  con una cifra que roza los 220.000 si se tiene en cuenta su área metropolitana. Es, junto a Toledo, la urbe más importante de Castilla-La Mancha y es la séptima ciudad con más extensión de todo el país. Está situada al sureste de la Meseta Central y dentro de la cuenca hidrográfica del Júcar, padece temperaturas extremas de calor y frío y es una de las zonas menos lluviosas de toda la Península Ibérica. Está considerada no solo una de las ciudades menos contaminantes de España si no también de Europa y cuenta con una importante reserva de flora y fauna dónde destacan diferentes tipos de aves, ardillas, zorros, conejos y árboles de diferentes clases como encinas, pinos y cultivos cerealistas. Se fija su fundación a finales del s. VI a.C  y su papel durante la Guerra Civil fue importante debido a su ubicación estratégica con las principales ciudades del país. Está formada por 9 pedanías y más de un 8% de su población es inmigrantes. La ciudad sufrió una profunda renovación en el s. XX respecto a su situación en tiempos posteriores, la industrialización y la modernización de sus infraestructuras fueron muy importantes para su desarrollo. Los puntos fuertes de su economía son la aeronáutica, el aluminio, la robótica, el automovilismo, la automática, la biomedicina, las TICS, las energías renovables, la logística y, aún hoy en día, la agricultura y la ganadería son pare importante, aunque cada vez menos. El turismo de interior representa un sector poco a poco en alza.

Planear un viaje por esta ciudad manchega es dejarse caer por alguno de sus emblemas más característicos como, por ejemplo, el pasaje de Lodares, el parque de Abelardo Sánchez, el recinto ferial o su ayuntamiento, la catedral de san Juan Bautista, el parque Lineal, la posada del Rosario del s. XVI, el cauce del río Mundo, el museo de la cuchillería, el palacio de la Diputación en el paseo de la Libertad, el monumento al cuchillero, la avenida de España, el monasterio de la Encarnación, la casa de los Picos, su museo provincial, la plaza de los Llanos, fuente de la Desnuda, el monumento a Cervantes, sus molinos, el parque del santo Ángel, la fuente del Jarrón, la glorieta Ríos Rosas, la parroquia del santo Ángel, la fuente de las ranas, la estatua del sembrador, el puente de Cuasiermas, la rotonda del Sol, el paseo de la Circunvalación, escuela de arte, la cruz de término, la fiesta del árbol, la parroquia de san Marcos, la pedanía de Los Anguijes, La Florida, el parque doctor Ramón Ferrandis, la plaza de Villacerrada, nuestra señora de Fátima, su centro histórico y la importante calle Tesifonte Gallego, la plaza del Altozano, la calle Tejares llena de bares, la comercial calle Mayor, el teatro Circo, el monumento a Isabel de Portugal, las vistas desde la sierra de Alcaraz, el museo del niño, el museo parroquial de santa María del Salvador, el centro de interpretación de la Paz, el museo del tambor, su docena de ferias que se celebran en la IFAB, la casa Perona del s. XVII, el colegio notarial, el casino primitivo, el chalet de Fontecha, el edificio Legorburo, la casa del Hortelano de 1912, la fábrica de harinas, la plaza de toros, los jardinillos, la cañada real del pozo rubio, la feria de Albacete en septiembre, el teatro Candilejas o el archivo histórico, entre otros. Almansa, Hellín, La Roda, Chinchilla, Madrigueras o Tobarra son solo algunas de las localidades albaceteñas dignas de ser visitadas con una gran historia a sus espaldas.

Algunos de sus souvenirs más importantes que comprar en todo viaje a estas tierras son sus cuchillos y navajas. También objetos de coleccionista como monedas, sellos o muebles así como tapices, telares o espartos. Viajar a Albacete es probar su gastronomía manchega basad en la carne, la caza y los potajes así como embutidos y quesos y dónde la presencia del pescado es muy inferior a otras comunidades. Algunos de sus platos más populares son el gazpacho, como no, las gachas de pastor, judías con perdiz, guisado labriego, caldereta de patatas, ajo de mataero a base de cerdo y ajo, caracoles con conejo, arroz cremoso, atascaburras, migas ruleras, cordero con judías, cochifrito o huevos revueltos. Para postres, los miguelitos, leche frita, nueces, frutas como la manzana, higos, miel de romero o anís, entre otras. Albacete posee una repostería infinita y digna de degustar. Y para beber, orujos y la cuerva, parecida a la sangría,  con vino y limón.