Viajar a República checa

República Checa

Viajar a la República Checa es hacerlo aproximadamente al centro geográfico del continente y a uno de los países más verdes de Europa, con cerca de 3.500 especies vegetales y 60.000 especies animales conocidas. Y es que pese a su mediano tamaño y no tener salida al mar, abarca 190 reservas, tres parques nacionales de considerable tamaño y cantidad de lugares protegidos de diferentes tipos. Con tal carta de presentación, no es de extrañar que planear un viaje a la República Checa empiece a ser una opción cada vez más común por los turistas, a lo que hay que sumar unos precios bastante más asequibles que otras capitales europeas más conocidas.

Se conoce como uno de los países más agnósticos de la Unión Europea y el más cervecero, superando a Alemania, con 157 litros anuales por cada habitante. Su economía es la más próspera de entre todos los ex-territorios soviéticos. Gracias a las inversiones extranjeras ha desarrollado una gran industria -dónde destaca la textil- y ha modernizado su agricultura, sin embargo las nuevas tecnologías siguen siendo su punto débil, y también su dependencia del sector automovilístico. Pese a su gran naturaleza ha incumplido el protocolo de kyoto sobre contaminación medioambiental debido al uso que hace de la minería, uno de los motores de su economía.

La capital de país es Praga, capital del estado de Bohemia - el país se divide en tres, Bohemia, Moravia y Silesia- que cuenta con una de las ofertas culturas más importantes del este de la UE. Situada en el centro del país con 1,3 millones de habitantes, está dividida en varias zonas. La ciudad vieja o Stare Mesto, alberga la plaza y centro neurálgico del país desde la edad media así como el famoso reloj astronómico, construido en 1490. También es importante visitar, la torre de pólvora, el puente de Carlos, la casa municipal - todo un ejemplo de art noveau-, y el impresionante Clementium, antigua sede de los jesuitas y la universidad.

En la zona pequeña o malá strana, la iglesia gótica de San Nicolás y en la zona hradcany, el castillo de Praga, el monasterio de Strahov, la catedral de San Vito, el Loreto y el famoso callejón de oro, una calle muy corta y estrecha, símbolo de la ciudad y dónde nació el famoso Kafka. La plaza de Wenceslao en la ciudad nueva, el campo de concentración de Terezín a las afueras o una visita por el barrio judío, donde contemplar las seis sinagogas y su majestuoso cementerio son de parada obligada en la capital checa. Y en otras ciudades, el castillo de Karlstejn a una hora de Praga, un paseo en barca por el río Moldava, la catedral de Santa Barbara en Kutná Hora o los números balnearios también merece la pena ser visitados.

Para los amantes de las compras, el cristal, la joyería y las marionetas son alguno de sus productos más típicos en todo viaje, como también lo son los productos de cuero. Y los restaurantes son de los más baratos de Europa. El cerdo es el plato estrella -presentado junto a patatas y col- y los knedlíky, que son una especie de albóndigas de harina. También son típicas las frutas del bosque, las verduras, el puré de patatas o kulajda, el lomo marinado y como postre, las pastas rellenas de fruta. El pescado es una rara avis en la cocina checa.