Viajar a Suiza

Suiza

Viajar a Suiza es hacer a uno de los países más ricos y desarrollados del mundo, pero también de los más caros. Cada año, sus ciudades aparecen entre las de mejor calidad de vida de todo el planeta y su estabilidad política y económica a lo largo de la convulsa historia es algo de lo que presumen sus habitantes. Y fueron éstos los que en 1992, mediante referéndum, dijeron que no a la adhesión del país a la Unión Europea. No es de extrañar, ya que poseen unos de los salarios más altos del mundo (por ejemplo, un informático o un auxiliar administrativo puede ganar al mes unos 6.000 francos, o lo que es lo mismo casi 5.000 euros, más del doble que un trabajador similar en la mayoría de los países de la UE). El PIB per cápita de Suiza es más alto que el de la mayoría de las economías europeas y sólo es superado por el de Luxemburgo, Noruega, Islandia o el asiático Qatar.

Suiza está situada en Europa central, compuesta por 26 cantones y cerca de 8 millones de habitantes, es considerada un paraíso fiscal. El 50% de su Producto Interno Bruto procede de negocios financieros, de hecho se calcula que en el país se deposita un tercio de la riqueza en manos privadas de todo el mundo. Y si de se caracteriza a Suiza es de su ubicación privilegiada en Europa. Pese a no tener salida al mar, es imposible echar de menos el agua en cada una de sus ciudades. La mayoría de éstas están rodeadas de inmensos y caudalosos lagos que envuelven la ciudad y donde es muy común practicar algún tipo de deportes y excursiones donde las montañas y los famosos Alpes se convierten en los únicos compañeros de viaje.

La primera parada en un viaje a Suiza es una visita a su capital, Berna -que significa oso, ya que su fundador Berchtold V dedicaba su tiempo libre a la caza de osos por sus alrededores-. No es la más importante del país helvético -es la 4ª en número de habitantes- pero sí el centro político y poseedora de una arquitectura medieval de ensueño, tanto es así que fue declarada por la UNESCO como Patrimonio Histórico de la Humanidad. También es sede de una de las grandes catedrales góticas de Europa y posee el Bundeshauser, el parlamento suizo.

La ciudad más importante y la que reúne una mayor cantidad de población es Zúrich. Cultural y financiera como pocas, posee un casco antiguo a las dos riberas del rio Limmat y alberga una de las calles más caras del mundo, guardiana de las fortunas más importantes del planeta, la Bahnhofstrasse. La catedral Grossmunster, la iglesia de San Pedro, el museo de Bellas Artes o la factoría de chocolates Lind son otros de sus atractivos. Aunque para atractiva, Ginebra, de las más visitadas y situada en la parte francófona -el país está dividido en tres partes, la francófona, la alemana y la italiana, un pequeño reducto de población en el sur limitando con Italia-. Ginebra es la sede europea de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Visitas indispensables son, obviamente, el Palacio de las Naciones y también la Catedral de St. Pierre, el Museo de la Cruz Roja y el lugar de nacimiento de Rousseau, entre otros lugares.

Es obligatorio visitar Suiza y dejarse caer por otras de sus ciudades históricas. Lucerna posee uno de los centros históricos medievales mejor conservados del mundo. Además en ella se encuentra Zermatt, famosa estación invernal donde practicar esquí, montañismo y largas recorridos por sus montañas. Lausana, a orillas del lago Lemán, y sede del Comité Olímpico Internacional (COI), donde se puede observar el Museo Olímpico. Destaca su catedral gótica de los siglos XII y XII y el Museé de l´Art Brut, uno de los museos más originales que existen.

Lugano, el lugar más snob de Suiza y donde multitud de estrellas del cine y la música poseen enormes casas alrededor de su enorme largo; Interlaken, famoso lugar de visita de japoneses y donde practicar el mejor senderismo; Solothurn, un mágico pueblo amurallado junto al lago del mismo nombre; Gruyère y su fortificación medieval; los acantilados del Saane; el Monasterio de San Juan; el castillo de Aarwangen u  otras ciudades como Basilea y Bellinzona completan el mapa de viaje para un país que lucha por conservar su arte folclórico fomentando la música, la danza, la poesía, la talla de madera y el bordado. La trompa de los Alpes, una trompa hecha de madera, junto con el yodel y el acordeón, se han convertido en símbolos de la música suiza tradicional. Otro de sus símbolos más preciados en el ámbito de la literatura es el personaje de Heidi, creado por Johanna Spyri.

En un viaje a Suiza hay que comprar, por supuesto, chocolate. También relojes, joyas y navajas. Y para los amantes de la moda, también una importante industria, pero sin duda la práctica de sus deportes son las mejores opciones. Su gastronomía está influenciada por Alemania, Francia y en menor medida, Italia. Los quesos, la carne, y los dulces copan los establecimientos. Alguno de sus platos más importantes son incluyen el Papet Vaudois, realizado a base de salchichas de cerdo, puerros y estofado de patatas, el Zürcher Geschnetzeltes -que son tiras delgadas de ternera con setas y salsas variadas- y el rosti con patatas gratinadas. En la bebida, destaca el zumo de manzana, sidra, vino suizo y, para los más valientes, la absenta.