Irán
Viajar a Irán es visitar la histórica región de Persia y uno de los veinte países más poblados del mundo con casi 80 millones de habitantes. Su extensión es más de tres veces la de España y también es uno de las regiones habitadas más antiguas del mundo -según hallazgos, ya habían personas en ella desde la edad de piedra-. El islam es su religión desde su imposición en el 1500 y en su historia diferentes clanes, tribus y pueblos se han disputado sus tierras y en el siglo XIX, se vio sometida a las influencias de Rusia y el Imperio británico, que luchaban entre sí por ser la potencia hegemónica al tiempo que modernizaban el país. Está dividida en 30 provincias y su clima es caluroso y seco. Los montes Zagros y Elburz son los principales, en una geografía donde sobresalen sus altas y numerosas montañas, mientras que los ríos principales son el Sefid-Rud, el Karun y el Hilmand. El mar Caspio por el norte y los golfos de Omán y de Persia por el sur bañan sus costas. Se trata de un país de gran tradición artística y literaria y las principales bazas de su economía son el petróleo e industrias como la petroquímica, fertilizantes, soda cáustica, textiles, cemento y otros materiales de construcción, alimentos -en especial azúcar y aceites vegetales-, materiales ferrosos y no-ferrosos y las armas. La agricultura de subsistencia sigue siendo muy extendida y la falta de infraestructuras retrasan la modernidad del país.
Su capital es Teherán, con 8, 4 millones de vecinos. Ciudad históricamente comercial, tiene en la producción de alfombras, el petróleo o industrias como la automovilística y la textil las principales. Está situada en la llanura del monte Alborz y es una de las ciudades con mayor desarrollo y crecimiento de todo el país. Es el centro cultural y universitario de Irán y una de las ciudades más calurosas de esta parte de Oriente. Viajar a Irán es contemplar la historia que esta región tiene para ofrecer al turista, con localizaciones importantes como las mezquitas Soltaní, Al-Yavad, Sepahsalar, Filsuf, Moshir ol-Saltaneh Mosque, Atiq, Mo´ezz o-dowleg, Hach Seye Azizollah, Shahr Banu, Hoseiniye Ershad, el mausoleo de Yavanmard-e Qassab un héroe preislámico casi mítico, cementerios importantes como el de Ebn-e Babuyé o el de Zahir o-Dowlé, el jardín botánico de Gholhak, el cementerio católico de Dulab o el ortodoxo, la torre del silencio o la de Nagharejané, la iglesia de san Judas Tadeo o la asiria, Tatayus, el palacio real, el mausoleo de Iman Jomeini, la torre Azadí, el palacio de Golestán, bazares como el del centro histórico o el de Tajrish, el parque de Yamshidie, la Plaza de Saad Abad, el Palacio de Niavarán, el Museo Nacional o el Museo de las Alfombras y un largo etcétera.
Ir de compra por los mercados de las diferentes ciudades de Irán es comprobar in situ la gran tradición artesanal que este país tiene desde tiempos inmemoriables. Es el país de las alfombras por antonomasia y uno de los principales para adquirir antigüedades. También destacan sus las telas, los instrumentos de música y las piezas de marquetería, platos y candelabros de cobre. En cuanto a su gastronomía, la cocina de Irán destaca por el gran uso de especias, verduras y arroces. El pescado o la carne de cordero y pollo también están presenten en multitud de platos. Por ejemplo, los famosos kebabs, yogur con pepinos, el uso de menta o caviar, arroz fino con carne, brocheta de pollo a la barbacoa, riñones de cordero fritos, shirin polo -arroz con almendras, cáscara de naranja confitada y pollo sofrito con ajo, pasta de tomate y especias dulces-, berenjenas rellenas, espinacas con legumbres, costillas de lechal con tomate... y de postres, dulces a base de nueces, el elemento estrella en la repostería iraní. Para beber, gran variedad de tés.
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