Viajar a Eslovenia

Viajar a Eslovenia es hacerlo a uno de los más estables y más prósperos económicamente de Europa. Apenas tiene dos millones de habitantes y una independencia -de Yugoslavia- que se remonta a hace tan solo dos décadas. Posee una costa muy pequeña bañada por el mar Adriático y casi la mitad de su territorio está cubierto de bosques, uno de sus máximos atractivos y es, tras algunos países nórdicos, el estado europeo más frondoso. En todo aquel viaje que se precie por estas tierras, viajar a su capital es Liubliana es parada obligatoria. Está bañada por el rio Ljubljanica que la recorre ofreciendo al viandante una serie de atractivos e interesantes puentes. Nacida en el s.I a.c como campamento militar romano, esta ciudad acoge en su pequeño territorio casi 15.000 empresas y es la industria el sector económico más importante de la ciudad, sobre todo en campos como el alimentario, el petroquímico, la construcción y el farmacéutico. Sin embargo el comercio, el turismo, la banca y las finanzas han despegado con la entrada del nuevo milenio. Uno de sus mayores atractivos es su gran castillo, digno de visitar a la hora de la planificar un viaje. Se trata de una fortificación medieval situada en la cumbre de la colina que domina el centro de la ciudad. El ayuntamiento, el mercado central, la iglesia Ursulina, los jardines Tivoli, el puente de los dragones, la catedral de san Nicolás del s.XVIII, la iglesia de la anunciación, sus innumerables fuentes barrocas, el parque de Miklošič de art noveau, la plaza de la República o el museo municipal con sus vestigios de arte romano, son enclaves turísticos a tener en cuenta. También lo son el museo nacional, la galería nacional, la galería de arte moderno, la zona universitaria y la biblioteca nacional, lo que demuestra el carácter cultural de la capital, caracterizada por su ambiente juvenil y cosmopolita. Además cabe destacar que muchos de estos edificios tienen un denominador común, la de un mismo arquitecto llamado Jože Plecnik, todo un hito en el país. Viajar a Eslovenia tiene como parada obligada las grutas de Adelsberg en la localidad de Postojna, el puerto de Koper y su puerta de Muda, el emblemático castillo de la ciudad de Bled y su parque nacional o su parroquia neogótica, la muralla de Piran, el centro histórico de Skofja Loka, la natural Maribor o la ciudad eslovena más antigua, Ptuj y su histórico castillo. Cabe resaltar el amor del país por los animales ya que prácticamente todas sus tiendas dejan entrar a los perros e incluso les ofrecen comida y bebida. Las flores, los manteles o la miel son alguno de sus productos emblemáticos. Y sobre todo, la moda. Eslovenia es una de las capitales europeas de la moda, un sinfín de marcas propias dónde la transgresión y la creatividad están a la orden del día en todos sus escaparates. También lo son sus numerosos cafés dónde probar el típico Slivovica, una especie de aguardiente. Y a la hora de comer, las sopas calientes están siempre presentes en su dieta, compuesta por platos donde los quesos, la patata, la carne de cerdo y la col son sus protagonistas. Uno de sus manjares por excelencia es el ajdovi žganci, un entrante a base de harinas y cortezas de cerdo picadas que se incluye sobre un puré y como acompañamiento a la sopa denominada Obara, confeccionada a base de carnes e intestinos.