Viajar a Huesca

Huesca

Viajar por Huesca es trasladarse a la ciudad más al norte de la comunidad de Aragón, con un entorno natural envidiable propicio para la realización de deportes de invierno, parte importante de su economía. Limita con Francia y con comunidades como Navarra o Cataluña, además de con los Pirineos y alberga en su provincia el Parque nacional de Ordesa y Monte Perdido, el más antiguo del país y que recibe anualmente a más de 600.000 visitantes. Con una flora, fauna y vegetación envidiable, alberga en la totalidad de su provincia a más de 200.000 habitantes, de los cuales una cuarta parte vive en la capital. Con una población autóctona en continuo descenso, ha visto en la inmigración una importantísima fuente de nuevos habitantes y es que hasta 88 nacionalidades distintas conforman la demografía oscense. El sector agrícola llega a representar casi el 10% de su PIB pero es el sector servicios y la industria los núcleos duros de su economía. Es una de las ciudades españolas con más altitud sobre el nivel del mar, cuenta con cuatro importantes polígonos industriales y algunos de sus sectores más importantes son la construcción, la energía e industrias como la alimentaria, madera, maquinaria, artes gráficas, muebles y madera, metal y la textil. La fabricación de piensos, aceites de oliva, harina, carnes o vinos son muy importantes. El mercado de las TICS -Tecnologías de la información y la comunicación- también ha vivido un significado ascenso.

Planear un viaje por esta ciudad y su provincia es contemplar lugares de interés como, por ejemplo, sus murallas del s. IX, la románica iglesia de san Pedro, la catedral, el convento de san Miguel, la iglesia de santa María de Foris, palacios como el de Oca, de los Claver, de los Climent o el de Villahermosa del s. XIV, el ayuntamiento y el museo provincial, joyas barrocas como el santuario de Loreto o la basílica de san Lorenzo, construcciones modernistas como la fuente de las musas, el puente de san Miguel o la tienda considerada las más vieja de España llamada ultramarinos La confianza de 1871. El cuartel de Ramiro II, el centro de arte y naturaleza, el palacio de congresos, el monumento a Ramón y Cajal o poblaciones tan carismáticas como Jaca y su monumento, los Ibones de Alba en Benasque, Bierge y su parque natural de la Sierra, Cerler en el pirineo aragonés, los pueblos del Valle de Ordesa de impresionante belleza natural, Alquézar y su cañón del río Vero, Torla y sus miradores, Montañana y su puente medieval, Panticosa, Ayerbe, Barbastro o Sallent del Gallego con su plaza del valle de Tena son solo alguno de los encantos que también esconde la provincia de Huesca y que cabe visitar en todo viaje que se precie.

Y también adquirir alguno de sus productos más típicos, como por ejemplo su cerámica y sus joyas artesanales, ropa de invierno, muñecas de trapo, cajas de madera y objetos en forja. Viajar a Huesca es deleitarse con su gastronomía, típicamente aragonesa dónde destacan los peces de sus ríos, productos cárnicos e innumerables sopas. Alguno de sus platos más famosos son abadejo ajoarriero, buñuelos de bacalao, pollo al chilindrón, estofado a la ternera, espárragos montañeses, migas del pastor a base de pan duro y verduras y similar al cuscús, potaje de legumbres, huevos en salmorejo con lomo de cerdo o boliches con oreja de cerdo y judías, entre una infinidad más de platos típicos en su mayoría calientes y propicios para alimentar a los vecinos de antaño que debían soportar las frías temperaturas que esta provincia padece en otoño e invierno. Después de comer, en el viaje hay que probar los famosos crespillos de borraja, mazapanes, tortas de anís, arroz con leche, leche frita, membrillo o los suspiros de monja elaborados a base de almendras. En cuanto a las bebidas, sobresalen los vinos de Barbastro y el vino Somontano es el más famoso de toda al región.