Viajar a Francia

Francia

Viajar a Francia es apostar sobre seguro ya que se trata deel país turístico por excelencia del continente europeo. Viajar a Francia es descubrir llamativas ciudades de norte a sur y de este a oeste, hasta en el centro -la parte menos famosa- hay lugares con encanto que merece la pena explorar. Es la segunda potencia de Europa y también una de las más importantes del mundo, a parte de tener una extensa población que llega ya hasta los 66 millones de habitantes -de los cuales, el 13% tiene raíces africanas, como consecuencia de la historia colonial del país. Las mayores zonas metropolitanas las ostentan París, Lyon, Marsella, Lille y Toulouse, lo que demuestra el reparto de habitantes entre las dos partes del mapa francés.

La ciudad del amor, París, es su capital. Bohemia e intercultural por excelencia está bañada por el río Sena. Y es que es una ciudad dónde el glamour es la protagonista pero dónde el calzado cómodo es necesario para el turista que decide pasar unos días en la capital de Francia. La Torre Eiffel, la catedral de Notre Dame, el Arco de Triunfo -situado en uno de los centros neurálgicos de la ciudad, la plaza Charles de Gaulle y con especial dedicatoria para las ciudades españolas que fueron conquistadas por el ejército de Napoleón-, la Basílica del Sagrado Corazón, el ex hospital de Los Inválidos, el Panteón, el arco de la Defensa, la ópera Garnier o el barrio de Montmartre, pintoresco como pocos y redescubierto gracias a la película "Amélie" (2001), son solo algunos de los puntos de parada obligatoria que todo turista debe realizar. También lo son el mercado de la Pulga, el barrio Latino, el distrito empresarial de La Defense o las inmediaciones del Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou, próximo al barrio gay Le Marais, que ofrecen al turista las mejores opciones low cost para los presupuestos más limitados en cuanto al tema de la restauración.

Viajar a Francia es caminar por la avenida de los Campos Elíseos parisina, de las avenidas más espectaculares. Y no solo porque en ella se da un conglomerado de eternas tiendas, de alto y bajo presupuesto, si no también porque en su recorrido, desde la plaza de la Concordia y por Las Tullerías se puede observar la grandiosidad de la ciudad. Entre los museos, cabe destacar tres, el museo del Louvre, museo de Orsay o el museo nacional de historia natural de Francia. Y fuera de París, Francia sigue brillando en otros muchos importantes núcleos de población que llegan a superar cada uno el millón de habitantes -o se aproximan- como por ejemplo, Marsella, la ciudad más antigua de Francia en el sur de país. Su ambiente cultural es archiconocido además de su ambiente joven e intercultural. La cocina de Lyon, Toulouse - sede de importantes empresas-, Niza en plena rivera francesa, la histórica Nantes con sus elegantes playas y su museo de arte moderno, y los paisajes de Estrasburgo.

En su conjunto, la economía francesa está basada en enormes inversiones extranjeras y una gran dependencia del turismo y el sector servicios. Entre sus bazas están los productos farmacéuticos y de belleza, la aeronáutica, las telecomunicaciones, el sector nuclear, industrias agroalimentarias y productos de lujo así como su gastronomía. Y es en este campo donde el país brilla indudablemente sobre otras potencias europeas, más allá de las famosas bagettes y los croissants. Cuna de grandes chefs los estofados franceses, los crepes y las patatas forman parte habitual de la dieta francesa en sus tan famosos bistrós, dignos de visitar en cada viaje para probar la auténtica comida gala. También las cremas, el foie gras, la carne de cerda y ternera y entre algunos de su gran cantidad de platos, la raclette -queso fundido sobre patatas y embutido-, la tartiflette -tarta de patatas con queso, crema y bacon- y la ratatouille, un pisto a base de berenjena, tomate, calabacín, pimientos y albahaca. Y para beber, champagne, como no.