Bután
Viajar a Bután, que significa tierras altas, es viajar al mismo Himalaya, a un reino montañoso de Asia del sur de escaso tamaño y habitado por poco más de 720.000 personas. Está regido bajo una monarquía asentada desde hace siglos y a la cabeza de la cual se encuentra hoy en día, Jigme Khesar Namgyal Wangchuck. País prácticamente desconocido, es uno de los destinos turísticos preferidos para los viajeros más espirituales, ya que es una de las sedes mundiales del budismo, practicado por casi 8 de cada 10 habitantes. Su idioma es la irreconocible lengua tibetana Dzongkha, casi nada.
Bután posee un clima subtropical, de veranos cálidos e inviernos bastante fríos y su aislamiento del mundo le ha permitido conservar una geografía natural intocable y unas tradiciones lejos de cualquier contacto con Occidente. El monzón en invierno le trae copiosas nevadas y abundantes lluvias que le ayudan a presumir de unas montañas excelentemente verdes. En su geografía quien domina es uno de sus emblemas, el Himalaya con muchos picos que superan los 7.000 metros de altitud. Grandes bosques y montañas copan prácticamente toda su extensión, dónde también destacan la colina Silawik o las enigmáticas y famosas montañas negras.
Se divide en 20 distritos y el río Brahmaputra es el principal del país. Según los hallazos prehistóricos, Bután es habitado desde hace millones de años, posiblemente desde la Edad de Piedra. La tribu de los Monba podrían ser los primeros creadores del reino, varios siglos antes del nacimiento de Cristo y los butaneses están estrechamente ligados con los habitantes del Tibet, de los que posiblemente estuvieron emparentados en el pasado. En el siglo VIII, el budismo llegó a Bután para convertirse en la religión oficial de la mano del gurú indio Padmasambhava y estableciendo a su vez templos y monasterios. Tras varios conflictos y guerras internas, consiguió autonomía propia al independizarse de la India en 1949.
Su capital es Timbu, junto al río Chu. Está dividida en una docena de distritos, tiene cálidas temperaturas durante todo el año y pese a no tener aeropuerto, es el centro político y económico del país, aunque la mitad de su población se dedica a la agricultura. Como curiosidad, es de las pocas ciudades del mundo que no tiene semáforos. Timbu, repleta de monumentos religiosos, es una parada obligatoria a la hora de viajar a Bután. Se puede visitar, la estatua del buda Dordenma de 100 metros, memorial Chorten, monasterios de impresionante belleza como el monasterio Tango del s. XIII o el Dechen Phodrang, con una colección de objetos históricos y pinturas, algunos del siglo XII, una estatua de Shabdrung y un Buda, el Palacio del profundo significado de los mantras secretos o Dzong Simtoka o la imponente fortaleza de la religión gloriosa o Dzong Tashichoe, pero el número de pequeños y medianos templos se reparten sin parar por toda su geografía. El reino del dragón de fuego también tiene otros emplazamientos importantes que no se encuentran precisamente en la capital como, por ejemplo, el gran monasterio de Taktsang, Paro, monte Chomol-hari, la escuela de artes y oficias de Thimphu...
Bután es también sinónimo de alegres colores y máscaras, productos clave en su artesanía, también objetos de madera o mimbre o elementos religiosos. Y a la hora de comer, arroz como principal condimento. También mucha legumbre, queso, verduras, cebollas, judías... El tsampa es uno de sus platos más populares, a base de harina de cebada amasada con mantequilla y sal. También ema datshi con chillies rojos y verdes, cerdo con rábano, espinacas hervidas... y para beber, té negro.
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