Líbano
Viajar a Líbano es visitar a un país situado en Oriente Próximo, bañado por el mar Mediterráneo y en el que viven más de 4 millones de personas. Fenicios, cristianos, musulmanes y otomanos han ocupado sus tierras hasta ser protectorado francés después de la I Guerra Mundial y hasta 1943. Tras consolidarse como uno de los países más estables económicamente de su región, los continuos conflictos internos han terminado por desestabilizarlos y ahuyentar a un turismo al que se pretende recuperar gracias al magnetismo y la historia de su capital, Beirut.
Está dividido en ocho regiones y su clima es eminentemente montañoso, aunque con pocos bosques. El Leontes Litani y el Orontes Assi son los ríos más importantes y sus temperaturas van desde la calidez y las altas temperaturas de la capital y la costa, hasta el frío y la nieve en el interior de sus montañas. El petróleo, la industria textil y la agricultura son la base de su economía. El árabe es la lengua oficial, aunque el inglés y el francés están muy extendidos, mientras que el islam es la religión mayoritaria aunque la católica es practicada por más de 4 de cada 10 libaneses. Tiene un fuerte legado cultural debido a su condición de tierra ocupada por multitud de pueblos a lo largo de su historia que han dejado en él un gran e incalculable legado.
Su capital es Beirut y es el epicentro comercial, bancario y financiero del país. En él viven 1,5 millones de habitantes y se calcula que sus tierras están habitadas desde hace más de 5.000 años. Beirut siempre ha sido considerada una de las ciudades comerciales por antonomasia del Mediterráneo durante su historia y tras la caída del imperio otomano tras la I Guerra Mundial pasó a formar parte del protectorado francés. Sufre de veranos tremendamente cálidos e inviernos fríos y de elevadas precipitaciones y algunos de sus lugares de interés son, el templo de Baalbek, el museo nacional, nuestra señora de Harissa, la catedral ortodoxa, la universidad americana, la famosa playa de Zaintunay, la calle Gemmayzeh, la plaza de l ´Etoile, el complejo monumental de Al-Omari y el de Mohamed Al-Amin, sus baños romanos o la plaza de los mártires, entre los más concurridos.
La artesanía libanesa se basa en las joyas de oro y plata, utensilios de hierro forjado y alfombras. Los mosaicos bizantinos también suelen ser habituales de esta zona de Asia. En cuanto a su gastronomía, multitud de especias y una mezcla entre la cocina árabe y la turca con algún recuerdo de su pasado como protectorado francés. Destacan también el uso que se hace de las legumbres, cordero, frutas y verduras así de como yogures, quesos, pepinos, berenjenas o nueces. Su cocina ha sido extendida por todo el mundo, más que la de otros países vecinos gracias a platos como, las empanadillas de espinacas, el hummus, kibbeh -albóndigas hechas de carne con cebolla y piñones-, kofta -cordero asado-, la ensalada con hojas de la menta y del perejil, baba -pure de berenjenas- o postres como el baklava, la pasta halva de sésamo, la kunafi con queso blanco dulce y las ma'amul, galletas con dátiles. Para beber, ayran de yogur, vinos y café arábigo.
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