Valladolid
Viajar a Valladolid es hacerlo a una de las grandes capitales de la España más castellana, repleta de antiguas casas nobles, palacios y calles con solera. Es la capital de la comunidad autónoma de Castilla y León y en ella viven más de 700.000 personas entre la capital y su área metropolitana. Por si esto fuera poco, puede presumir de ser una de las ciudades con mejor calidad de vida de España además del sistema educativo mejor valorado. En sus tierras, habitan gente desde el Paleolítico pero su repoblación no se daría hasta principios del s. XI y su importancia llegó a ser tal que durante el medievo fue sede del reino de Castilla. La industrialización y la llegada del ferrocarril sirvieron para volver a darle auge a esta ciudad de mediano tamaño situada en el centro de la Meseta Norte, de escasa vegetación y de terrenos llanos. Su clima es de extremos y las nieves nunca faltan con la llegada de las primeras heladas del invierno. El río Pisuerga pasa por mitad de la ciudad y también lo hace el río Duero. Alberga las sedes administrativas principales del gobierno regional y la ciudad se divide en doce distritos. La metalurgia, la automoción, la construcción, la industria química, el sector servicios y las artes gráficas son los pilares de su economía, dónde la agricultura ha pasado a un segundo plano debido a la marcada modernización sufrida por esta urbe castellana en el último siglo.
Planear un viaje por esta capital es no perderse alguno de sus emblemas de los que los vallisoletanos se sienten tan orgullosos, entre ellos algunos son la plaza del Val y su mercado, el teatro Calderón, la casa consistorial, el palacio de los Conde de Benavente, la iglesia de san Agustín, la plaza de la Trinidad, el puente mayor, la plaza de san Pablo y su iglesia, el palacio real, la calle Cardenas de san Gregorio y el museo nacional de escultura, la iglesia de san Benito el viejo, el colegio de san Gregorio, el palacio de Villena y la casa del Sol, la casa museo de Zorrilla, el palacio de Pimentel, la iglesia de san Martín, románica y del s. XII, la iglesia penitencial de nuestra señora de las Angustias, el palacio arzobispal, la plaza Mayor del s. XVI, el convento de san Francisco, el teatro Zorrilla, el museo de Dulce Cubero, el museo taurino, la iglesia de Jesús de arte neorrománico, el palacio de Correos, la iglesia de san Benito el Real y la de san Miguel y san Julián, el palacio del Marqués de Valverde o el de Fabio Nelli, la calle Platerías de estilo renacentista, el palacio del licenciado Brutón, la colegiata de santa María, museo nacional de escultura, la catedral de nuestra señora de la Asunción, la universidad de la ciudad del s. XVIII, pasaje Gutiérrez, la acera de Recoletos, el museo diocesano, el museo Patio Herreriano de arte contemporáneo español, la casa del príncipe, el paseo de Filipinos, la casa Mantilla de 1891, la iglesia de san Juan de Letrán, la academia de Caballería, la plaza de Zorrilla, calles céntricas que merece la pena visitar como la plaza de España, calle Santiago o Duque de la Victoria, museo de oftalmología o el de ciencias naturales, casa Museo de Colón dónde éste murió, la iglesia de la Magdalena del s. XVI, casa de la india, el palacio de santa Cruz, otros museos como el oriental, el de Cristóbal Gabarrón o el de caballería, el monasterio de las huelgas reales, el convento de santa Clara del s. XV o el de las descalzas reales, el palacio de los Vivero del s. XV, estatuas como la de Miguel Cervantes o las que adornan el campo grande, la academia de caballería, la del conde Ansúrez -fundador de la ciudad-, la de Alfonso XIII, la de El Comediante, parques como el Campo Grande, el de los jardines del Poniente, el de las Moreras, parque Fuente de la Salud del barrio Los Pajarillos, el parque de Canterac o el jardín botánico, entre otros muchos rincones. Su famosa semana santa o su SEMINCI, Semana Internacional de cine de Valladolid a finales de octubre son otras citas turísticas a tener en cuenta. Viajar a Valladolid es también hacerlo a otros municipios cercanos de interesante historia como son Peñafiel, Medina de Campo, Urueña, Simancas, Montealegre de Campos, Olmedo o Íscar y su castillo.
Sus vinos, bombones, quesos de ovejas, almendras y su artesanía dónde destaca la cerámica y las máscaras son algunos de los productos más típicos para comprar en esta ciudad. En su gastronomía, destacan los pinchos para compartir con amigos y familiares o asados castellanos para comer en casa. El cochinillo asado o la carne de buey son muy consumidos así como las morcillas de cebolla o las salchichas de Zaratán. Otros productos típicos son el ajo arriero, la trucha, el cocido, sopa de chícharos o sopas de ajos, platos con perdices, conejos o codornices, lentejas, pan lechugino, gallina en pepitoria, ajo pringue, pisto, manitas de cerdo rellenas, pichones estofados o perdiz en escabeche y la estofada, como platos populares. En su repostería, sobresalen las rosquillas de palo, el mantecado, las hojuelas, roscos de yema y las tortas de chicharrones. Un viaje a estas tierras es probar algunos de sus vinos fabricados en su elevado número de bodegas.
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