República de Macedonia
Viajar a Macedonia es visitar una región considerada históricamente como estratégica al este de Europa. En su haber cuenta con diferentes ocupaciones, del imperio bizantino, de los turcos, de los búlgaros y tras la II Guerra Mundial entró a formar parte del compendio de repúblicas federadas por Yugoslavia, de la que se independizó finalmente en 1991 y es desde entonces, cuando el país escribe su propia página en la historia. La forman apenas dos millones de habitantes, de los cuáles el 24% son inmigrantes albaneses. No está dentro de la UE y su tasa de desempleo es de las más altas del continente, superando con facilidad el 35%. Pese a contar con infraestructuras en continuo auge, la industria que presenta el país aún está bastante por desarrollar y la construcción es uno de sus motores. Muchas empresas griegas están establecidas en este territorio y es justo con este país con quien mantiene una eterna disputa, entre otras, por la denominación del país que coincide con el de una provincia griega. De importancia son sus bosques y su biodiversidad.
Su capital es Skopje y es una parada obligatoria cara a viajar a Macedonia, abarca además una cuarta parte de la totalidad de macedonios residentes en el país. Está dividida en diez municipios y debido a su antiguo papel como capital Yugoslava, le permitió contar con la fuerte industria de la que hoy disfruta, sobre todo en sectores como el metalúrgico, químico, maderero, textil y del cuero. Es el núcleo económico, cultural y deportivo del país. Entre sus localizaciones cabe destacar la Fortaleza de Skopje -una larga construcción que domina toda la ciudad-, las vistas del bucólico río que atraviesa la capital, el Vardar, el símbolo de ciudad que es el puente de piedra que data del s. VI, el viejo bazar de reminiscencias musulmanas y dividido en 18 oficios dónde tomar el té y hacer las compras típicas, el parque central, la antigua prisión de Kurshumli An -ahora disfrutada como uno de los edificios más emblemáticos del centro-, la casa de la madre Teresa dónde fue bautizada la madre santa Teresa de Calcuta, la estatua a caballo de Skanderberg, el reloj de la villa que marca la hora exacta del gran terremoto que sufrió la ciudad en los años 60 del pasado siglo, la cruz milenaria, la concurrida plaza Marsal Tito, el monasterio de san Salvador, la mezquita Murat Pasha, la galería de arte y el museo de ciencias naturales. Fuera de la ciudad, destaca la localidad de Matka con sus cuevas, su impresionante lago o la iglesia de san Andreja. También hay que visitar Ohrid, llena de vestigios romanos, el encantador pueblo de Vratnica y la segunda ciudad más importante que es Tetovo, antiguo epicentro comercial de los otomanos con sus mercados y baños.
En todo viaje a Macedonia que se precie, hay que comprar alguno de sus productos de orfebrería típicos y de forja además de sus tejidos en lino y algodón o en cuero y piel. A la hora de comer, se debe probar su carne picada a la brasa, su pastel de queso o carne, la trucha, su gran cantidad de ensaladas, las judías a la cazuela, un yogur ácido con trozos de pepino llamado taratur y el famoso baklava, que es un pastel con pasta de nueces trituradas y bañado en almíbar. Después de comer, sus paisajes llaman a completar el viaje con la práctica del senderismo o la escalada, deportes en auge en el país.
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